¿Cómo sé si tengo linfedema?

Por Román Cid

Fisioterapeuta Especialista en Drenaje Linfático

¿Has sufrido un cáncer de mama y ves que el brazo de ese lado en el que te realizaron la cirugía está hinchado?, ¿tienes una pierna inflamada y no sabes por qué?, ¿sientes pesadez y dolor en tu brazo sin que haya ningún motivo aparente para ello?.

Tal vez la respuesta a estas preguntas sea que padeces linfedema.

¿A qué nos referimos con este término?

Una vez que se desarrolla, el linfedema es una enfermedad crónica evolutiva que provoca una hinchazón en una zona determinada del cuerpo.

Se produce debido a que se acumula demasiada cantidad de linfa en un área concreta sin que tu organismo tenga capacidad para drenarla.

La linfa es un líquido que produce de manera natural el organismo y se distribuye por todo el cuerpo a través del sistema linfático. Es importante que este circuito funcione correctamente ya que esta sustancia debe depurarse a medida que recorre los distintos ganglios y partes de tu sistema linfático para poder eliminar las sustancias de desecho del organismo (células cancerosas, bacterias y microorganismos). Cuando este sistema no funciona correctamente se produce un linfedema.

Las causas de esta patología pueden ser congénitas (de nacimiento) o estar desencadenada por alguna situación puntual como una picadura de un insecto, un viaje largo en avión, un traumatismo o una infección.

Sin embargo, en los países desarrollados, un alto porcentaje de linfedemas aparecen como resultado de un tratamiento oncológico. Se trata de una de las principales secuelas infradiagnosticadas del tratamiento contra el cáncer (habitualmente cáncer de mama) ya sea como consecuencia de la propia cirugía, de la radioterapia (que suele conllevar una degeneración de los tejidos) o de la extirpación de los ganglios axilares. Cuando se extraen este grupo de nódulos, el líquido linfático comienza a acumularse produciendo un aumento de volumen en la extremidad afectada.

Los síntomas que quizás estés experimentando y que te preocupan son:

  • Visualizar un edema, es decir, una hinchazón clara de la zona afectada (usualmente una pierna o un brazo) y, sin embargo, su miembro homólogo no muestra esa sintomatología.
  • Sensación de pesadez, entumecimiento, hormigueo y, en ocasiones, dolor en la zona que no desaparece tras la toma de analgésicos ni antiinflamatorios.
  • Debido a la inflamación, te resulta más difícil realizar movimientos con esa extremidad. Este hecho, si se prolonga en el tiempo, ocasiona que la musculatura se atrofie y que el miembro afectado se vuelva débil en comparación con el resto del cuerpo.
  • A medida que el tamaño del edema aumenta por la acumulación de líquido, la piel se vuelve tirante, se endurece y adquiere un aspecto brillante. Pueden aparecer enrojecimientos, lesiones cutáneas, pliegues y vesículas (ampollas) en la dermis.
  • Además la exposición al calor provoca un aumento de la inflamación y las molestias.

A mayores de estos indicios hay tres sencillas observaciones que puedes realizar en casa:

  • Prueba a realizar una presión en la piel de la zona que puede estar afectada durante 5 segundos. Si al dejar de presionar, la marca del dedo se mantiene durante algún tiempo en lugar de desaparecer, podría ser indicativo de un edema que está en estado inicial.
  • Trata de pellizcar y levantar con dos dedos la piel de la parte superior del dedo índice de tu mano o de tu pie. El hecho de no poder realizar esta acción debido a la tirantez sería una señal de linfedema.
  • Con una cinta métrica, toma medidas del contorno de la extremidad que creas que está afectada en diferentes alturas (por ejemplo, en la parte superior, en la zona media y en la parte inferior). Haz lo mismo en la pierna o el brazo sano. Si hay una diferencia de un mínimo de 2 cm entre los resultados de ambos miembros podría considerarse un indicio de la enfermedad.

Aunque normalmente pasa desapercibido, es importante ser consciente de la función del sistema linfático dentro del organismo ya que forma parte de tu sistema inmunitario. Por este motivo, si no puede operar correctamente, las zonas de tu cuerpo afectadas por su mal funcionamiento tendrán una capacidad de respuesta limitada si sufren heridas o cortes por lo que serán más propensas a desarrollar infecciones y tardarán más en cicatrizar. Además las áreas del sistema dañadas irán en aumento ya que el líquido continuará acumulándose y terminará provocando el deterioro de todos los canales linfáticos.

Es relevante  identificar esta patología en sus estadios iniciales para poder empezar a tratarla desde el primer momento e incluso conseguir actuar sobre ella de modo preventivo. Debemos ser conscientes de que el hecho de no experimentar ninguno de los síntomas anteriormente descritos no implica que no se padezca esta enfermedad. Las propias características de esta afección hacen que en un estadio 0 esté latente pero todavía no se visualicen sus signos.

En el caso de que sospeches que el tuyo puede ser un caso de linfedema, acude a un médico vascular para que realice el diagnóstico adecuado tras practicas las pruebas correspondientes.

Aunque el tratamiento del linfedema debe abordarse desde una perspectiva multidisciplinar, una parte fundamental es la figura del fisioterapeuta. A través de las terapias que aplican estos profesionales se puede reducir el volumen del edema, recuperar movilidad y fuerza, ayudar a luchar contra las cicatrices y la fatiga y desarrollar una mayor resistencia cardiorespiratoria.

En la Clínica C1dema estaremos encantados de asesorarte, acompañarte a lo largo de este proceso y ayudarte a mejorar tu calidad de vida.

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Mov: 671 641 438
Email: contacto@c1dema.com

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